martes, 24 de noviembre de 2015

Helga.

Helga era una niña seria, ensimismada y a la pobre todo le pasaba...

Un martes, mientras comía su tradicional sándwich de jamón con pepinillos una pelota se acercó a sus pies. 

-¿Puedes pasarla?- Le dijo Alfonso. 

Ella intentó patearla, pero desde su lugar -sentada en la banca de concreto- y con el emparedado en la mano, no pudo. Así que se tropezó, para luego caer en un pequeño charco de lodo. Ella se enrojeció como jitomate. Las burlas florecieron por todo el patio. 

Alfonso se acercó, fue por la pelota y al ver el almuerzo tirado de Helga, lo levantó. Quitó de él la tierra y se lo devolvió. 

     -No sabía que no sabes patear una pelota. Si quieres, luego te enseño.-

Y se fue. 

Helga estaba muy apenada. Cuando llegó a casa le preguntaron por sus calcetas tan sucias. 

-Nada. Sólo una caída. Todo está bien.-

A la semana siguiente, como cada lunes, se hacía el ahorro escolar. Cada alumno inscrito llevaba el monto que quisiera y al final de año se le daba la cantidad recaudada; esto con el fin de fomentar el ahorro en los pequeños. 

Pues, sucedió que al volver del recreo, la maestra no encontró el monto recaudado del día. Esta situación, creo una alarma en todo el salón.

-Niños. Quiero saber si alguien entró al salón durante el recreo.- dijo la maestra, severamente.

-Yo maestra, olvidé mi emparedado y vine por él.- dijo Helga.

-¡Eres una ladrona! Además cínica; mira que robarle a todo el grupo... Acompáñame a la dirección. Yahaira, cuidarás al grupo.-

-Pero, ¿por qué, maestra? Dígame que hice.-

-No vengas con amnesias. Tú sabes lo que hiciste. Llegaste y robaste el ahorro semanal del grupo que estaba en mi cajón.-

-Pero, maestra. Yo no lo hice.-

-Ahora resulta que no lo hiciste... ¡Ven, te voy a llevar con la directora!-

-¡Pero yo no lo hice!-

-Vamos.-

Helga lloraba y se resistió al principio, luego; no le quedó más que ir con su maestra a la Dirección. Ahí llamarían a su casa, para dar noticia de la barbaridad que había sucedido y... la suspenderían.

Alfonso llegó a la dirección. La madre de Helga ya estaba ahí, y la tunda entre las tres autoridades se estaba llevando a cabo.

-¿Qué pasó Alfonso?-

-Tengo que confesar algo; Helga no robó el dinero. -

-¡¿Qué?!-

-¿Ah no? Entonces, ¿quién lo hizo? -

Alfonso callaba.

-Di algo muchacho. Si no, ¿a qué has venido?-

-No soy un chismoso. Sólo les digo que Helga no fue.-

-Mira Alfonso, esta acción que pasó es un delito grave que hasta a quien lo cometió se lo pueden llevar a la cárcel. No se trata de que si eres "Chismoso". Se trata de corregir errores desde ahorita para que no se vuelva a cometer en un futuro. Al no decirlo tú te estás convirtiendo en cómplice porque sabes la verdad y no la dices. ¿quieres que castiguemos a Helga? Ella es la presunta culpable, ya que confesó haber entrado al salón en horarios no establecidos.- 

-¡No, ella no fue! me cae bien, es honesta y me gustan sus mejillas rosadas.-

-Ah, bueno; entonces... dinos la verdad.-

-Pero es que luego, me dirán chismoso y me golpearán.-

-¿Quienes?

-Los que robaron el dinero.

-No te preocupes. Haremos un trato. Mira, todos en el salón creen que saliste al baño, y creen que pensamos de Helga que es la culpable. Dinos los nombres, investigaremos a fondo y la próxima semana veremos si caen de nuevo en la mala acción. ¿Te parece? 

-Me parece estupendo; mientras tanto... ¿qué pasará con Helga y ellos?.-

-Helga se tomará el día. Y de ellos tú no te apures, sólo dinos los nombres.

-Bueno.

-Gracias por colaborar y por tu honestidad.-

-Y bueno, ya vete de aquí. ¿Qué tanto tiempo tardas en ir al baño?

-Sí, maestra. Me han quitado un peso de encima.

-Tú solito. Le hiciste caso a tu conciencia y ésta te ha liberado-.

-Adiós.

Alfonso fue al baño, se lavó las manos y al regresar; la maestra ya estaba en el salón.

-Pero, ¿quién te dejó salir? muchacho travieso. Siéntate ya.

El lugar de Helga estaba vacío. Pepe, le comentó que la habían suspendido. Cuando regresó la mirada a la maestra, ella le guiñó el ojo. 

Todo saldría bien.

martes, 17 de noviembre de 2015

El Juego.

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Los cachorros escuchaban atentos las instrucciones:

-Si quieren conseguir la hoja de la sabiduría deben correr hacia el árbol más alto del parque, dar vueltas a su derrededor hasta que sus giros le produzcan mareos y éste comience a hablar; entonces les dirá una frase distinta a cada uno. ¡Vayan!

¿Ya tienen su frase? ¡No me la digan! Ahora, tendrán que ir a la antorcha de luz y tomarán un palito de madera, con el cual dibujaran una casa; la casa de sus sueños, ¿porque tan chica? Tienen todo el suelo como lienzo, ¡no hay límites para la creación! 

¡Mírense ahora! Hasta que los veo sonreír verdaderamente." 

Los cachorros se reían entre ellos y daban vueltas por el suelo.

"Mmm... ¿en verdad quieren la hoja de la sabiduría? 

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Bueno, pues entonces vamos todos a la cima del monte de la diversión y ustedes deberán escalarlo por el resbaloso sendero.

Muy bien cachorros. Y bien, ¿cuál es tu nombre?"

-no sé-

-Perfecto, No sé. Aquí tienes tu hoja de la Sabiduría. Que esta hoja te acompañe en los lugares más oscuros y tenebrosos; te proteja de zombies y de monstruos debajo de la cama y te cuide.

-Perfecto, porque pepe le tiene mucho miedo a los zombies que se vayan a comer sus sesos y yo no quiero que me de miedo eso.-

Con esta hoja, ya no más.

-Gracias-. 

Y tú, Padme. Aquí tienes tu hoja de la sabiduría. De igual modo, que esta hoja te acompañe en los lugares tenebrosos. Para que no tengas miedos. 

-Yo no tengo miedo-

Muy bien cachorrillos; pues ya lo saben. Siempre que esten dudodos o temerosos, pueden venir aquí. Estos árboles les daran las hojas de sabiduría que necesiten para los tiempos de temor. Bueno, es hora de irme.

¡Adios!

Y dicen que los cachorros dejaron de tener miedo. 


martes, 10 de noviembre de 2015

Leoncio


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Ronroneos: el pequeño león apenas despierta. Luego se despereza, corre por la pradera; se encuentra con Yaguarete, Ocelotl  y los tres van juntos a cazar mariposas; su pasatiempo favorito.

Al anochecer regresan a casa de Leoncio. Su padre le reprende frente a sus amigos; 

¡¿por qué tan tarde, por qué tan sucio, por qué tan irresponsable?! 

Ese es el cuento de nunca  acabar. Y así lo será porque Leoncio no dejará de jugar. 

A las mariposas les gusta que Leoncio y sus amigos les visiten. Cada tarde pintan sus alas de diferentes colores y aconsejan a las orugas para que se tejan unas alas grandes y bellas. Como la vida de las mariposas es muy corta, han pasado varias generaciones durante la vida del pequeño Leoncio; es muy conocido entre ellas porque entre todas se van contando las travesuras de este feroz amiguito.

A Leoncio le encantaría coleccionar mariposas; pero le da una terrible tristeza el sólo hecho de pensar que, al atrapar una pequeña fierecilla ella dejará de volar. Por eso, solo las alcanza y las suelta. ¡Es tan corta su vida! Que lo mejor es jugar. 

Cada día Leoncio hace nuevas amistades y ama a las mariposas; la  belleza de sus alas y el poder de la libertad al vuelo.

Al día siguiente ha vuelto él y sus amigos; "Pero ¡que colores tan únicos! Dice al ver un peculiar bichito.

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Leoncio decidió pasar toda la tarde jugando con una mariposa de corazones pintados en sus alas.

Ya anochece; Leoncio y sus amigos tienen que volver a casa. 

-Mari, ¿te volveré a ver?

-Eso espero, Leoncito amigo. 

Dice la mariposa mientras posa alegre sobre su nariz. 

-Acompáname a casa, quédate a vivir conmigo. 

-Si mañana regresas, volveré contigo a donde quieras. 

-¿Lo prometes?

-Lo aseguro.

-Perfecto.

Mientras el sol se metía por el horizonte, los tres amigos regresaban alegremente a casa: 

-Y ¿podrás encontrarla de nuevo entre tantas mariposas?

-Claro. 

-¿Cómo podrás hacerlo?

-Ella me encontrará a mi. Y luego, yo podré reconocerla. 

-Ja, ja, ja. Y para que quieres que vaya contigo a todos lados, ¿una mariposa, que solo puede vivir tres días?

-Porque yo la cuidaré. Y quien sabe, tal vez, duré tres estaciones, o más.

-Te dirán el león mariposón de la jauría.

-No me importa.

-Ya no somos tan cachorritos Leoncio; las burlas pesan.

-Esa mariposa ha puesto mucho color en  mi vida, ha dado alas a mis sueños...

-Bueno, yo los dejo... me tengo que  ir con mi manada. -Se fue Yaguarete.

De vuelta a su jauría; Leoncio mira las estrellas antes de dormir. Sueña con su mariposa. 

-Quien fuera ella para alcanzar las estrellas...-dice, luego bosteza y cierra los ojos para dormir.



martes, 3 de noviembre de 2015

Una mariposa.

Para Ángela.


¿Has visto alguna vez una mariposa con el ala rota?
¿Te has preguntado que pasa con estas criaturitas?


He aquí esta breve historia...


  

La pequeña angelita recién había llegado desde el cielo. Era su tercer día en la tierra y su espíritu inquieto no daba cábida a tantas cosas nuevas por conocer. Su bella madre consentía toda curiosidad de la niña. 

Una noche en que Angelita se disponía a dormir:

-Mamá, ¿cómo hacen las aves para volar? 

-Pues con sus alas. 

-¿Como los ángeles? 

-Exacto. 

-Mami, si las mariposas no tienen plumas... ¿cómo pueden volar? 

-Pues porque ellas son muy ligeritas, Ángelita y ya; duérmete. Porque con tanta pregunta nos va a llegar el amanecer. 

-Mami, si a una mariposa se le rompen sus alas, ¿crees que pueda volver a volar? 

-Probablemente llegué el reparador de alas y le sane su herida. Mientras tanto duerme tranquila con El Reparador de Sueños. Y cuando vea una mariposa le preguntaré. Ángela, ya duerme... 



-Está bien, mamita. Buenas noches. Te quiero... Mañana, ¿me vas a llevar al parque para buscar mariposas? 

-...Sí, Ángela. 

-Gracias, mamita. Buenas noches.

Al día siguiente, fueron al parque y encontraron a una pobre criatura con el ala rota.

-¡Mamá! Justo lo que ayer platicábamos. 


La pobre mariposa estaba descompuesta, con su ala rota. Imposible intentar volver a volar.


-Ni modo Angelita, pronto algunas hormigas se darán cuenta y se la llevarán para cenarla. 

-Es que no, madre. Esta mariposa no debía de ser maltratada. Estoy segura. 

-Y ¿porqué estás tan segura? Es el ciclo de la vida, de la naturaleza, de la cadena alimenticia. Vente, vámonos.

-No, madre. A esta mariposa alguien le hizo daño. Y nuestra naturaleza como ángeles es ayudar. 

La angelita se cortó un trozo de sus alas. 

-¡Auch!!! Mariposita; ten. Te regalo un trozo de mis alas; sus plumas son mágicas. Poco a poco sentirás que tu propia ala estará sanando. Vuela, ¡Vuela mariposita bonita! Se libre y viaja hasta donde te espera tu familia. 

La mariposa hizo un gesto de agradecimiento y luego salió volando rumbo al sur. Por otra parte, la madre de Ángela sólo reía.

-¡Ay Ángela, estás bien loquilla! Vámonos, que se hace tarde.

Y ambos ángeles siguieron su rumbo.