El jardín donde jugaban las catarinas se encontraba a lado de una fábrica. De ellas, la más brillante era la que tenía tres lunares en cada una de sus alas: Cata. A ella le gustaba volar por todas las flores, árboles y plantas del jardín.
Un día, se acercó con su amiga hormiga para conversar:
-...entonces te digo amiga; lo malo del agua del jardín es cuando se mezcla con las sustancias de la fábrica. Por eso, si quieres tomar agua, lo mejor es tomarla de las flores, o absorber el rocío de la mañana en las hojas de los árboles, el agua de estos charcos es dañina.-
Cata afirmó al consejo; siguió conversando y al atardecer partió a su hogar: una flor en la maceta del balcón principal.
"Está escuchando a mi grupo favorito" pensó Cata, al momento de escuchar la música de la alcoba; -siempre me gustaron los artistas latinos...- dijo esto mientras suspiró.
"Aquí estoy, veo la lluvia caer
y parece que este día no termina..."
Y aunque el sol se ha metido, Cata aún debe de limpiar, alimentar y cuidar a sus tres catarinitas.