martes, 8 de diciembre de 2015

Ariel.

Dicen que en el mar, 
la vida es más sabrosa.


Ariel era el pez más pequeño del arrecife. Todas las mañanas despertaba con la inquietud de conocer más: todo el océano podría conocer, si acaso sus padres lo dejaran hacer nada, es decir nadar. Sus amigos contaban sobre los peligros del infinito; en todo ese universo existían bestias feroces capaz de devorar sin piedad. Pero toda esa palabrería no limitaban la curiosidad del pequeño pez

 


-¡Es muy peligroso salir del arrecife!- decían.

Pero a Ariel no le importaba; así que, poco a poco fue juntando  un grupo de valientes peces para la exploración. El primer plan era conocer las fronteras del hogar.

Luego, sin avisar a sus padres... Ariel y el grupo se lanzarían a las puertas principales. ¡Plan de fuga! 

Y comenzar el viaje por los siete mares.

Ariel salió entonces a la aventura junto a sus mejores amigos. Descubrieron las corrientes marinas más importantes; el origen de las tormentas, los vórtices submarinos y los abismos encontrados en la oscuridad del planeta. Aprendieron sobre los distintos tipos de mareas: las vivas y las muertas. Comprendieron también el porqué se formaban los huracanes: entonces el cielo seducía al mar con sus rayos.


Después de un tiempo volvieron. Ya no eran unos peces pequeños. Habían crecido. Al regresar, amaron a su arrecife, más que a otra cosa.

Fin.

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